viernes, 25 de diciembre de 2009

El amor frente al espejo



¿Quién no ha estado enamorado? La niñez nos muestra y atemoriza con chic@ que se nos palomilleé – molestar –.Pero cuando nos damos cuenta, este abochornamiento se ve disminuido, por una alegría que nos embarga.

El lugar que más l@ vemos, se vuelve el preferido por nosotros.
Nuestro corazón masoquista, al hacer su “doble chamba”, nos da cómo unas cosquillas en el estómago – yo lo creía estúpido –. También tu caminada, tu mirada, y hasta tu forma de expresarte; no es la misma. ¡Tratas de impresionar!

Los celos. Esa maldita sensación que deja que nuestro amor no sea “caleta”; porque de todas maneras averiguamos y no descansamos, hasta saber quien es ese o esa. Sacamos lo detective, que llevamos adentro.

Pero, que zopenco somos, si le preguntamos directamente, porque con la más simple pregunta que lanceemos, estas atraerán más, y respuestas que tratarán de hacer público nuestro amor – si es en secreto -.

Otra forma de averiguar, es los amig@s; estos trataran de “ayudarnos”, pero esa lengua no estará quieta. Murmurará y delatará al detective - ¡No! –La identidad del detective no puede ser descubierta - ¿Por qué? – Ya no investigará naturalmente; el miedo se verá reflejado, y será prueba indudable para llegar a la persona a quién investiga.

Esto originará el murmuro, el chisme, la joda, y muchos otros; obviamente el chisme llegará a la persona que no queremos que se enteré; tu grupo, tu collera, tu barrunto, tu lonsa, your people, se verá en la obligación de hacer público tu amor, y no descansará hasta verte chapando, agarrando; en algunos casos, feliz.

Espero sus comentarios…